Te quedarás maravillado con esta obra de Velázquez llamada La Fragua de Vulcano, precisamente alusiva al dios Vulcano recibiendo la visita de otro dios para decirle a este que Venus, esposa de Vulcano, mantenía amores con Marte, aun cuando era un secreto a voces por todo el Olimpo. Interesante historia plasmada en un lienzo.
Descripción de La Fragua de Vulcano
Esta es una obra que refleja la genialidad de Diego Velázquez para mostrar historias a través de sus cuadros. En esta oportunidad trabaja bajo la inspiración en un grabado de otro artista como es Antonio Tempesta, para ello se encarga de narrar en las imágenes los gestos y expresiones de los protagonistas. Con su típico estilo clásico, apartando totalmente la línea del tenebrismo manejada por Tempesta. (Ver artículo: Diego Velázquez)
En esta magistral obra, pone su sello y destaca su interés por el desnudo, pero un desnudo sutil y gentilmente trabajado, con formas realistas y perfectas como es costumbre en sus obras. En este obra en particular, el tema que logra tocar es la mitología, pero con la humanidad que lo caracteriza, contemporizar sus protagonistas. Aquí refleja muy poca discreción por parte del dios del sol, Apolo, cuando viene a decirle al propio Vulcano, quien es dios del fuego, que venus, su mujer lo engaña con Marte.
De forma exquisita muestra a Apolo envuelto en una túnica o especie de manto que deja al descubierto parte de su cuerpo desnudo. En tanto que a Vulcano, es simplemente un herrero, al igual que a sus ayudantes, los cuales son hombres del pueblo que conocen el oficio. Se observa como Vulcano mira a Apolo con ojos atónitos después de haber escuchado tal noticia sobre el engaño de su esposa con el dios Marte a quien precisamente le estaba forjando en esos momentos una fuerte armadura.
El escenario donde ocurre este hecho sobre La Fragua de Vulcano, es una caverna donde este dios herrero acostumbra forjar las armas de los demás dioses; tal como se puede apreciar, no hay nada místico ni divino en la escena, pues el cuadro muestra una herrería de tantas como Velázquez pudo contemplar en la propia España o en Roma para la época, solo que el artista con la maestría que caracteriza su trabajo le imprime el realismo a sus obras. Pero además, coloca dentro del lienzo una serie de objetos que caracterizan una fragua.
En este óleo Velázquez comenzó sus prácticas en cuanto a la perspectiva aérea , como se puede observar en la silueta que está al fondo y que contrasta con el otro objeto que está de espaldas en primer término. Mientras que el fuego de la fragua proporciona luz y sombras mientras que el halo en la cabeza de Apolo hace que de mayor claridad por la zona izquierda. (Ver también artículo: Victoria de Samotracia).
Esta obra La Fragua de Vulcano, puede interpretarse de distintas formas como de hecho los críticos y conocedores del arte lo hacen, al señalar que el artista capturó el momento justo y lo grabó en su lienzo el instante cuando los ayudantes de Vulcano, llamados cíclopes, estaban trabajando en su fragua la forja donde se trabaja el metal cuando Apolo le dice a Vulcano sobre la situación pecaminosa de su mujer, nada más y nada menos, que al dios del fuego.
Pero se dice que no se sorprenden por el hecho en sí, ya que en todo el olimpo se conocía sobre las andadas de Venus, sino la sorpresa está en que un dios sea capaz de ser portador de esas noticias tan mundanas y triviales en los pueblos.
Personajes
La fragua de Vulcano muestra con gran realismo y naturalidad a diversos personajes, específicamente intervienen 6 personas, de los cuales 2 son los protagonistas, dentro de ellos se tienen a:
- Vulcano: herrero común, para nada personificado como un dios, pero representa la divinidad itálica del fuego, elemento con una fuerza devastadora que los hombres deben propiciarse. Este fue asimilado al dios griego Hefesto y adoptó su mitología, hijo de Zeus y Juno; feo y al nacer fue arrojado del olimpo y quedó cojo, su esposa Venus. Trabajaba junto a los cíclopes las armaduras para los dioses en los subterráneos del volcán Etna. Generalizó en la población humana el arte del trabajo manual con los metales.
- Apolo: con un manto, representa el dios del fuego solar y la belleza, las artes plásticas, la música, y la poesía también es dios de la oracular y el dios de la purificación. Hijo de Zeus y Leto, con una hermana gemela, Artemisa y como el Sol tiene como hermana a la Luna. Después de problemas con la diosa Hera, su madre Leto dio a luz en la isla de Delos, desde entonces sagrada donde nadie tendría derecho a morir ni a nacer. Aquí pasó la infancia hasta que partió a Delfos donde asesinó a Pitón.
- Los cíclopes o ayudantes, también como cuatro (4) hombres normales de pueblo, conocedores del oficio. Pese a que no están en la obra plasmadas, se entiende que se menciona a Venus como esposa de Vulcano y a Marte a quien Vulcano le forjaba una armadura en la propia escena al mismo Marte.
- Venus: diosa de la vegetación y jardines asimilada a la Afrodita griega. En su calidad de madre del héroe Eneas, quién fundara con misticismo el pueblo romano. Se dice que nació debido a que Zeus en su adolescencia se estaba masturbando en el olimpo, y el semen cayó al mar y al juntarse con el agua nació Venus. Se caso con Vulcano dios del fuego, y le engañó con Marte el dios de la guerra. (Ver articulo: Venus de Milo).
- Marte: dios antiguo de Roma, divinidad de los combatientes de la primavera y de la juventud que, en esta estación partía de nuevo a la guerra objeto de un importantísimo y formaba junto a Júpiter y Quirino triada divina romana.
¿Qué representa La Fragua de Vulcano?
Se piensa que uno de los mejores cuadros de Diego Velázquez que pueden disfrutarse en el Museo del Prado justamente es La fragua de Vulcano, es un lienzo en el que el artista sevillano exhibe no solo su acostumbrado y perfecto dominio del cromatismo ocre, sino que además, puede hacer alarde de su completo conocimiento sobre la anatomía varonil, al mostrar los torsos de los hombres desnudos, de forma real.
Posiblemente Velázquez se sirvió de la historia sobre la atípica unión de Vulcano como dios del fuego y Venus, diosa del amor, ya que resultaba extraña, ya que la fealdad y la vejez de Vulcano y la lozanía, lozanía y belleza de Venus no parecía tener un buen complemento, considerando que el cuerpo perfecto era exaltado entre los grandes atributos que se exaltaba en la Roma y Grecia clásicas de la época.
Posiblemente los rasgos físicos poco agraciados de Vulcano constituyó la razón por la que Venus le fuera infiel con Marte, dios de la guerra. Este es el punto de partida del relato mitológico que Velázquez consideró para ejecutar su gran obra y su interpretación personal de dicha historia en el lienzo titulado La fragua de Vulcano, pintado en 1630 durante su corta residencia en Roma, tomando como modelo la relación entre estos dioses.
Aunque este tópico ya había sido muy bien trabajado por otros artistas, jamás se hizo de la forma tan original, como este artista que lo hace en el mismo momento de la noticia, esto es que cuando cuando Vulcano decide cazar a los amantes de su esposa con las manos en la masa. Y como siempre, las interrogantes sobre este autor del porqué de sus obras, siguen siendo un verdadero misterio hoy en día.
Ahora lo que bien si se sabe y se conoce es que el cuadro impresiona por lo directo de su escena y realismo, parece una fotografía, allí se percibe claramente el dominio que tenía Velázquez sobre el ser humano, sobre todo de los cuerpos que parecen estatuas grecorromanas.
Para ello el pintor debió estudiar a fondo en Roma para poder plasmar con maestría, además de la naturalezas muertas, como los metales y otros objetos que aparecen en La Fragua de Vulcano, que parecen tan reales); señalan los conocedores del arte que hasta representa a la perfección la cojera de Vulcano, a la manera clásica, con un contraposto maravilloso.
¿Cuándo se pintó La Fragua de Vulcano?
La La Fragua de Vulcano, se realizó aproximadamente en 1630 durante el primer viaje de Velázquez a Italia, la realizó conjuntamente con la obra La túnica de San José del monasterio de El Escorial, para entonces el artista contaba con apenas 30 años de edad, llegaba en un momento espléndido de su vida, pues era cuando más estaba adquiriendo conocimientos con sus contemporáneos de toda Europa, este cuadro fue el que le dio el mayor reconocimiento, aunque ya había hecho numerosos retratos ha infantes y personajes de la época.
Esta obra es una de las pocas pinturas donde desarrolló de forma espléndida el tema mitológico que realizó Velázquez tras su primer viaje a Italia, donde aún se respetaban las creencias politeístas de la época. También es importante debido a los estudios al detalle de la anatomía humana, los refinados juegos de luces evidenciados en la fragua, el yunque, la cabeza de Apolo y el vano del fondo. Fue capaz de crear un conjunto de actitudes entre la autenticidad de los gestos de cada personaje y la armonía en la composición de las formas en dicho cuadro.
Los cuerpos desnudos, hacen honor a sus conocimientos sobre la anatomía humana, y ponen una vez más de manifiesto su dominio recién adquirido en el estilo del clasicismo boloñés, siendo que su obra marca un estilo italiano. Es la primera obra de este género que desarrolló magistralmente, y en ella conjuga perfectamente lo mágico y fabuloso con la realidad. (Ver también artículo: Museo del Prado).
Velázquez en La Fragua de Vulcano da la sensación de instantaneidad, del momento preciso en el que Apolo entra en al taller de Vulcano y da la noticia sobre su esposa con Marte, este tema que podía prestarse a interpretación jocosa o burlesca con el asunto del marido engañado, está dibujado por Velázquez con dignidad y respeto, otra característica de sus obras, todo esto lo comunica a sus espectadores en sus trabajos, como la sorpresa y apenada indignación evidenciada en los protagonistas.
Mito
Sobre la La Fragua de Vulcano se han tejido una serie de mitos y/o creencias, debido a la tradición monográfica, ya que se pensaba que representar algo más común y menos controversial, como es el hecho de representar el luego o después de la obra donde Ovidio presenta a Vulcano sorprendiendo a los adúlteros y expresándose en una red, es decir se piensa que La Fragua de Vulcano es la acción previa a la obra de Ovidio, donde coloca como objeto de mofa de los dioses.
Por su parte Jonathan Brown propone para el desarrollo de esta obra un grabado de Antonio Tempesta, como ya se refirió, una viñeta separada para una edición ilustrada de Las Metamorfosis salida de las prensas en 1606, que se supone Velázquez utilizaría pero con modificaciones a su estilo. De allí que se cree que la intención del autor en este cuadro deja al espectador múltiples y variadas interpretaciones; para algunos críticos el tema para nada se relaciona con el adulterio desvelado que se ha estimado, sino que más bien, es una especie de visita que hace Apolo.
También se ha estimado que dicha visita al taller del herrero es una delicada representación y una reivindicación del del arte sobre el oficio manual y mecánico. Otras interpretaciones apuntan sobre la relación existente con la obra de La túnica de José y La fragua para formar pareja. Ello debido a que en ambas pinturas se relatan historias de traición y engaño, en las cuales se coloca como ejemplo la fuerza de la palabra sobre las acciones humanas.
No obstante lo anterior, tales interpretaciones carecería de sentido, en caso de que estas dos pinturas fueran independientes en su desarrollo, al constatarse una diferencia en las dimensiones originales de los lienzos, lo que implicaría que los espectadores deberían contemplarlos como cuadros distintos. Por una parte la tela de la fragua presenta, en efecto, dos bandas añadidas a los lados, de unos 22 cm. a la izquierda y otra de 10 cm. a la derecha, que se pensó que estas podrían haberse cosido cuando el cuadro pasó del Palacio del Buen Retiro al Palacio Real Nuevo.
Análisis de La Fragua de Vulcano
Como se ha reiterado a lo largo del este artículo, Velázquez pone de manifiesto ampliamente sus estudios sobre estatuaria clásica, quien como un ejercicio escolar, modifica los puntos de vista de otros artistas y dispone las figuras como en relieve al tiempo que con la objetividad Sevillana, dispone los objetos de los elementos naturales de su entorno y los coloca en su lienzo, en este caso es naturaleza muerta como los objetos ubicados sobre la chimenea de la fragua, atendiendo por su puesto a la calidad de sus superficies como si se tratase de bodegón.
Asimismo, se denota la penumbra del taller tenuemente iluminado por la chimenea y mostrando los colores terrosos, al tiempo que coloca al dios solar irradiando luz de su cabeza, por su parte el manto amarillo que con un fragmento de cielo azul avivan y animan la composición artística. Se pueden observar las sombras que modelan los cuerpos masculinos, pero de forma sutil y difusa que matiza las zonas no iluminadas del espacio.
De igual manera coloca para disfrute del espectador los mundos celeste y subterráneo, en este caso representado por Apolo y Vulcano, donde se manifiestan los diversos tonos pero de forma diferente en los cuerpos desnudos de los protagonistas. Apolo lo representa rubio, coronado con hojas de laurel como un verdadero dios de la poesía, mostrando un cuero joven, con formas delicadas y piel blanca, con apariencia de fragilidad pero con la dureza del mármol antiguo.
En tanto, no coloca ninguna idealización en los cuerpos de Vulcano y sus ayudantes trabajadores, por el contrario, su piel es curtida por el trabajo duro de la forja, que se refleja en las pieles apretadas y musculosas, inertes y atónitos observando al dios del sol mientras da la noticia a Vulcano. Aun cuando se trata de desnudos académicos son similitud estatuaria clásica, han podido ser reinterpretados por el estudio del natural, con modelos vivos, con rostros de seres corrientes.
Los estudios recientes efectuados en el Museo ponen de manifiesto la forma de matizar las pieles de los seres humanos en los cuerpos desnudos de las sus protagonistas. Se tiene entonces, en cuanto a una primera base de coloración, el artista manchaba de forma desigual las zonas con pigmentos muy diluidos, a manera de ensuciar la superficie de trabajo, así con el mismo producto y color lograba crear el efecto de volumen y morbidez de la piel con la técnica de luces y sombras, muy bien trabajadas por el artista.
También este autor debió sentirse atraído por las posibilidades dramáticas del tema a trata que le permitían hacer una demostración realista de los gestos por las reacciones diversas del receptor del mensaje.
De la misma manera Velazquez no refleja la fealdad y deformidad de Vulcano, como lo si lo han hecho otros artistas, como es el caso de Juan de la Cueva en Los amores de Marte y Venus, un extenso poema en el que se presenta a Apolo actuando por despecho y a Vulcano, sometido a las burlas de los dioses, como el hombre que su mujer le es infiel. Sin embargo este extraordinario artista aproxima sus personajes a lo cotidiano, entendiendo el mito como un medio del pensamiento, acción y sentimientos netamente humanos.
Para niños
Como el resto de las obras de Velázquez, sus técnicas en la pintura sirven de inspiración para maestros y niños con inclinaciones artísticas, concretamente, la pintura.
Por un lado, los niños se sienten atraídos por los cuadros de este artista, debido a que por lo general sus personajes o modelos responden a seres reales y populares, en el caso de La Fragua de Vulcano, pese a que se refiere a dioses, Velázquez los desmitifica y los trae a un plano completamente humano y terrenal, elemento que por demás atrae la atención de los niños, debido a su efecto realista y fotográfico.
Dentro de sus diversas técnicas están la profundidad, el realismo, las formas y casi como con un efecto instantáneo. Para lograr estos magistrales efectos, el pintor coloca a sus personajes unos por detrás de los otros así como haciendo más pequeñas las figuras del fondo que las que están en un primer plano, pero además utiliza lo que se denomina emparedados de espacio, que quiere decir que enfrenta elementos unas a otras para lograr la profundidad.
De igual manera se debe destacar, que dichas técnicas por ser tan completas son ideales para dar clases a los niños que estudian pintura, pues sus obras muestran un extraordinario momento real y auténtico de las personas y los objetos que intervienen en la escena recreada, ya sean metálicos, cristales y cerámicas que aparecen en la obra. Por sus diversas técnicas desarrolladas, estas obras cuentan con una carga académica importante.
Comentarios
Un aspecto a resaltar de La Fragua de Vulcano, es que su elaboración no respondió a ningún trabajo en particular, se realizó por la propia iniciativa del artista, quien la pintó en roma en 1630 bajo la técnica de Óleo sobre lienzo con una dimensiones de 223 x 290 cms y se encuentra en el Museo del Prado en Madrid desde 1819. Se piensa que este trabajo lo hizo bajo la influencia de Italia donde residió por un tiempo.
Allí realizó dos obras, La Fragua de Vulcano y La Túnica de José, que tampoco fue por encargo, por ello conservó ambas obras hasta 1634, año este en que los vendió a la Corona Española para la decoración del Palacio del Buen Retiro. Como ya se ha referido suficientemente en este Post, sus trabajos están cargados de realismo por lo que han sido objeto de múltiples estudios e interpretaciones.
¿A quién va dirigido el trabajo de Velázquez?
Como bien es conocido en la Edad Media así como en el Renacimiento, la Iglesia Católica con frecuencia utilizaba en sus decoraciones las historias de los dioses griegos, cuyo propósito tenía un significado ejemplificador y moralista. No obstante, desde el siglo XVI debido a la contrarreforma católica buscaría separarla con el paganismo, de allí que la mitología quedaría solo para el entorno de las élites ilustradas, sobre todo, de la monarquía.
No se debe olvidar que en 1630 cuando se realizó este cuadro, el reino de España se encontraba sumido en una tremenda crisis debido a la guerra de los 30 años, la cual culmina hacia 1648. Por todo ello se dio un agotamiento a todo nivel: en las personas, sumando las malas cosechas y la peste que hacen del siglo XVII realmente nefasto para la población y para el país en general, quien perdería su hegemonía en Europa.
Pese a ello y como contraste, en lo cultural es el Siglo de Oro donde brilla la literatura y la pintura, donde se pueden nombrar a sus principales protagonistas: Lope, Calderón y Quevedo; en el arte, sobre todo en la pintura: Ribera, Zurbarán, Murillo y por su puesto, Velázquez. Este último por el hecho de ser el pintor oficial de la Corte se permite una vida cómoda y holgada, así como la oportunidad de conocer la selecta colección de cuadros de la Corte, además de permitirse dos viajes a Italia, uno en 1629 y el otro en 1648.
Se conoce de la influencia de Italia en sus trabajos, sobre todo en desnudo y la anatomía humana influenciada por Miguel Ángel, al igual que la luz sobre sobre dichas figuras en espacios con baja la influencia de iluminación. La pintura veneciana también ejerce influencia sobre Velázquez, apreciada magistralmente en la túnica de color naranja que luce Apolo en La Fragua de Vulcano.
La pintura de Velázquez y el Poder
Desde el siglo XVII entonces, la mitología ha servido como imagen de poder e influencia para los reyes, quienes aparentan tener virtudes y apariencia atribuidas a héroes y dioses. También fue resultó una excusa para la justificación de bellos desnudos, muy mal vistos por la jerarquía religiosa, pero admirados y envidiados por la aristocracia mundial.De igual forma, la monarquía de Felipe IV y su pintor de cámara participarán activamente de esta corriente amante mitológica, pero con un carácter muy particular y personal.
Como es conocido Velázquez se aleja de las poesías triunfantes utilizada por otros pintores, este adopta una línea diferente, austera, humana y realista sobre los mitos. Es tanto así, que su primera obra mitológica llamada El Triunfo de Baco de 1628, fue considerada por mucho tiempo como una simple escena de género, por lo que se denominó esta obra como Los borrachos.

La riqueza de La Fragua de Vulcano
Bien es sabido que Velázquez enriqueció su trabajo y sus obras bajo la influencia de su viaje a Italia, allí el artista logra dominar el arte del clasicismo que imperaba en Roma, dominado principalmente por Reni, Poussin y Guercino,quienes muestran gran interés en la obra colorista de los artistas venecianos.
Así que durante los casi dos años de su estadía en esa ciudad Velázquez adapta su estilo a estas nuevas tendencias, sobre todo se observan en la profundidad, el volumen, el color y al desnudo, cuya composición la aplicará posteriormente a toda su carrera. No obstante ello, esta tendencia no le hará modificar la concepción humana que tenía sobre los dioses.
Notándose en este punto que sigue con la visión desmitificadora de la mitología, cuya tendencia caracteriza su obra desde su formación sevillana, para nada de idealización. Esta marca se puede ver claramente en el dios Apolo, presentado en La Fragua de Vulcano, por una corona de laurel que conforma una aureola llena de luz, mientras comunica Vulcano, sobre la infidelidad de Venus con Marte.
Por otro lado coloca al dios, que trabaja una plancha ardiente, y sus ayudantes, los Cíclopes, quienes contemplan la escena entre asombro e incredulidad. Pero además y aún con mayor carga de sarcasmo, para el observador que conozca esta historia de amor y celos, debe saber que Vulcano estaba forjando en la fragua justamente una armadura para Marte, amante de su mujer.
Vulcano por su parte, es personificado como un humano común, quien aparece mostrando un rostro de edad y perplejidad al mismo tiempo, se encuentra con una anatomía corporal bien proporcionado, y no se dibuja la cojera ni la fealdad que se le atribuía, así como tampoco se coloca a los cíclopes como gigantes con un solo ojo, sino hombres comunes. El lugar es un lugar donde se trabaja el hierro normal, sitio para forjar armas de combate con objetos contemporáneos de la época.
Por tanto, en este episodio traído a la realidad por el autor, se pone de manifiesto el tratamiento digno y realista con el que artista observa a sus personajes, bien sea que sus protagonistas sean dioses, reyes o bufones, este los humaniza de una manera respetuosa y humana. En general, el artista expresa en su obra los sentimientos que pueden aquejar a cualquier ser humano, con rostros que muestran dolor, sorpresa e hipocresía, pero con intensidad y realidad exquisitamente cuidadosa.
Composición, luz y ritmo de La Fragua de Vulcano
El trabajo de Velázquez en esta magistral obra, muestra un perfecta mezcla de distintos elementos muy bien planificados, aunque no se conoce que el artista haya dejado muestras o bocetos previos a la obra definitiva, que le ayudarán a lograr la coherencia espacial de La Fragua de Vulcano. Nos obstante señalan los conocedores del arte que pese a ello, las miradas y gestos de sus personajes guían tanto al espectador como a los críticos.
Por una parte Apolo, quien está a la izquierda en un extremo, atrae la atención por el colorido de su ropaje, así como el brillo que posee. En tanto el cíclope o ayudante mostrado de espaldas le cae un foco de luz. Ambos personajes envuelven a Vulcano, que a su vez tiene los ojos crispados y con chispas como el hierro que se está trabajando sobre el yunque. Al ver la expresión en la mirada, inmediatamente permite fijarse en sus ayudantes. El más joven no puede creer lo que oye y queda boquiabierto, creando toda una atmósfera que envuelve a los personajes.
Por otro lado, se puede observar un avance con colores nuevos, como son los tonos ocres terrosos ávidos de la primera etapa de la pintura del autor, pero además añade colores neutrales de tendencia veneciana, como naranja brillante de la túnica de Apolo y del hierro incandescente. También incorpora los grises sutiles, algunos tenues verdes y malvas fríos que caracterizan su paleta, la pincelada se hace más alargada que de costumbre.
