El Juicio Final: historia, análisis, interpretación, opiniones y más

Si quieres saber todo sobre el magnífico Fresco sobre El Juicio Final elaborado por el artista Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, en el Vaticano, solo debes seguir leyendo este fabuloso Post, donde podrás saber todo acerca de esta impresionante obra y algunos datos de su creador.

El Juicio Final

¿Qué es El Juicio Final?

El Juicio Final en una Obra gigantesca de 1541, que fue solicitado por el Papa Pablo III al artista Miguel Ángel Buonarrotti en 1535. Constituye el fresco de escenas bíblicas más grande jamás elaborada para ser dispuesto en la pared del altar de la Capilla Sixtina de San Pedro en la Ciudad del Vaticano, Roma, Italia.

Esta obra al fresco de 13,70 por 12,20 mts, fue plasmada 25 años luego de que el mismo Miguel Ángel terminó de pintar la bóveda de la capilla. Es una obra cuya contemplación altera el ánimo de los más descreídos y supone, además, el ideal pictórico del artista florentino. (Ver artículo: Capilla Sixtina).

Desde que se construyera la Capilla Sixtina hasta 1536, la pared del altar donde ahora se ubica, está el Juicio Final contenía otros murales de la serie de las historias de Moisés y de Jesús. Estaban la Asunción, la Natividad de Cristo y el Descubrimiento de Moisés. Más arriba se disponen los 3 primeros Papas, como Simón Pedro. Miguel Ángel tuvo que sacrificar estos frescos de Perugino de la zona del altar para pintar su obra, lo que le valió numerosas críticas.

Antes de ello, Clemente VII, le requirió a Miguel Ángel que hiciera La caída de los ángeles rebeldes, pero, tras su muerte, el siguiente papa, Pablo III, encargaría al artista que relatara sobre pintura la historia del Juicio Final. Esa época se caracteriza por el predominio de los temas religiosos en todo el ámbito artístico. A su vez, Miguel Ángel también surge en una época donde se vive una intensa crisis espiritual y una profunda transformación del equilibrio jerárquico de los valores.

el juicio final

En perfecta armonía con la obra y la convicción cristiana, El Juicio Final, también conocido como Juicio Universal o Día del Juicio, todas son revelaciones que escenifican una panorámica religiosa sobre la caída de los tiempos o fin del hombre en la tierra, es decir, el  conjunto de devociones que concibe éste como un juicio que decidirá el destino final de cada uno para toda la eternidad. Igual su forma de referir, con el uso de las mayúsculas para escribir estas expresiones, se relaciona con su contexto religioso.

Historia

Seguidamente y para entender la carga histórica que envuelve la obra sobre El Juicio Final, se hará una breve reseña de la obra y proceso de creación. La magistral obra que reposa y está representada en el techo de la Capilla Sixtina, constituye la escena extraída del Apocalipsis de San Juan. El artista, resaltó en la obra, la angustia, el dolor y la fatalidad de la circunstancias de los protagonistas. (Ver artículo: Galleria Borghese).

En lo Artístico Miguel Ángel hizo gala de su típica terribilitá, desnudos con cuerpos hercúleos o bien formados; y en cuanto al color, empleó tonalidades vívidas y contrastantes, además del uso de luces y sombras perfectamente dispuestas a lo largo de la obra.

En la espectacular obra se pueden apreciar unas 400 siluetas, de las que se conocen aproximadamente 50 de ellas. La parte alta está representando el mundo celestial; la imagen de Cristo aparece en el centro de la obra con el brazo derecho alzado, enérgico, separando a los justos de los pecadores. Se le notan las manos y pies marcados por la crucifixión, y una herida en el pecho por una lanza.

el juicio final

El Juicio Final fue una petición del Papa Clemente VII en 1533, pero luego confirma el Papa Pablo III en 1535 , ya que Miguel Ángel se negó al trabajo en primera instancia. Finalmente accedió y lo pintó entre 1537- 1541, tras el Saqueo de Roma de 1527 por las fuerzas mercenarias del Sacro Imperio Romano Germánico, que terminaron con el Renacimiento romano, poco antes del Concilio de Trento.

El tema estaba entonces, relacionado con lo que había sucedido en la Iglesia en los años precedentes, es decir, la Reforma Protestante y el saqueo de Roma. Por ello, eso se deseaba escenificar a la humanidad enfrentando a su salvación o no.

El mural se culminó, en 1541, cuya escena provocó escándalo y opiniones muy violentas, pues para la época se consideraba vergonzoso la representación de figuras desnudas, en especial algunas parejas cuyas posturas podían parecer comprometidas. El tema de los desnudos estaba tapado o apartado por la iglesia Católica. Saqueo de Roma 1527. Grabado de Martin van Heemskerck que fueron publicados en 1555.

Cuando Gian Pietro Carafa sería en nuevo Papa, bajo el nombre de Pablo IV, arreglando con Monseñor Sernini, embajador de Mantua un plan de la hoja de parra, que consistió en cubrir con hojas de parra las estatuas del Vaticano y en colocar paños de pureza sobre los genitales de todos los personajes de El Juicio Final, este último trabajo se realizó bajo el pontificado de Papa Pio V. El escándalo fue tal, que se acusó a Miguel Ángel de hereje por inmoralidad y obscenidad. Encuentra más información sobre el cristianismo y otras religiones en https://energiaespiritual.com/




En tanto, el papa Julio III, sucesor de Pablo III (1550) era permisivo y no prestó mucha atención a los desnudos. El Juicio Final fue objeto de disputa entre el cardenal Gian Pietro Carafa y Miguel Ángel; Carafa por su parte sería el Papa en 1555, cuyo predecesor fue Marcelo II tras durar unos meses en el cargo del papado. Más adelante, en 1570, cuando Miguel Ángel ya había fallecido, El Greco propuso repintar el Juicio Final pero esta vez, acorde a las ideas de la Contrarreforma.

Pera entonces, la pintura El Juicio Final ya era reconocido en el núcleo de religiosos, y el Greco se vio obligado a dejar Roma por decir tal desafuero. Luego en 1710, año en el que se inicia una reestructuración en la que el fresco recibió una capa de cola, la cuál se creía que fijaría los colores y evitaría que se descompusiera, pero finalmente, terminó por adherir al muro todo el polvo y humo que había en la atmósfera de la Capilla. Además que la cola se oscurece con el tiempo, terminó por darle a la pintura un aspecto oscuro.

Mucha gente pensaba que la obra era así de oscura y opaca. Esta primera restauración termina en 1714, en 1980 se inicia una segunda, en la que se emplean una variedad de elementos químicos, este es el momento en el que reaparecieron en esta obra una gran variedad de colores vivos y claros. El Juicio Final no era una obra oscura sino luminosa. Esta última restauración termina en 1999. A continuación se muestra el proceso de la segunda restauración:

  • El Juicio Final antes de la restauración.
  • El Juicio Final durante la restauración.
  • El Juicio Final después de la restauración.

El Juicio Final

Características del Juicio Final

Varias son son las peculiaridades de la imponente obra apocalíptica relacionada sobre El Juicio Final. Para ello se debe referir que Aunque Miguel Ángel repetía con insistencia que su arte no era de ningún modo la pintura, ciertamente es que en una vanagloria de trabajo agitado y colosal, pues pintó una de las obras cumbres de la Historia del Arte como es El Juicio Final en fresco de la Capilla Sixtina.

Todo un mundo pictórico creado por el artista en este espacio único que impresiona a cualquier espectador por la cantidad de superficie pintada; la calidad de las figuras representadas; y la originalidad de los modelos iconográficos. A pesar de que ciertamente los frescos se llevaron a cabo en dos momentos distintos:

  • La bóveda encargada bajo la atenta mirada de Julio II, entre 1508 y 1512.
  • Y la pared del altar o testero de la Capilla, hecha un cuarto de siglo después, entre 1536 y 1541.

En trabajo inicial fue el de la bóveda, donde el artista se encontró con dos problemas: por una parte, rellenar un área de mil metros cuadrados con pintura narrativa y; por otro, modernizar o introducir en el verdadero Renacimiento la forma de representación iconográfica. Para lo primero ideó una compleja composición. (Ver artículo:Castillo Santangelo).




El artista trazó todo un entramado arquitectónico, combinando con mucha habilidad distintos escenarios en los muros reales, en lunetos y falsos otros entablados y pilastras, que le permitiera colocar las más de 300 imágenes que componen el conjunto en distintas escenas. Esta compartimentación le permitió desarrollar en los espacios creados una narración variada e independiente.

Así también, en el área central describió las escenas principales del libro del Génesis, desde la Creación hasta la vida de Noé. En tanto que, en las zonas laterales, colocó enormes figuras, profetas y sibilas, que anunciaron la llegada del Salvador. Con esta composición magistral unió el mundo grecorromano y la tradición judeocristiana, que era su segundo propósito.

Esta esbozo logró enlazar en lo simbólico lo pagano y el cristiano, logrando continuidad con la «cohabitación» y contraposición entre los jóvenes sin ropas a modo de esculturas helenísticas (gnudi) y los castos y vestidos predecesores de Cristo de los lunetos.

El resultado fue un magnífico contraste entre la linealidad arquitectónica y la tensión de los cuerpos deformes; entre la contención y el desenfreno; entre los narrativo y lo simbólico. Todo el recuerda gestos y figuras convertidas en referentes universales, como las manos de Adán y Dios Padre en el momento de la Creación o el gesto circunspecto del profeta Jeremías.

El Juicio Final

De tal manera, que la solicitud de El Juicio Final llegó años más tarde, a mediados de 1533, por encomienda del papa Clemente VII al artista Miguel Ángel para que ejecutara dos frescos en los muros más pequeños de la Capilla Sixtina: en la pared del altar debería representase El Juicio Final  y, en la pared de enfrente, la Resurrección de Cristo. Pero la carga de trabajo de artista pospuso el inicio del proyecto.

La partida física del pontífice en septiembre de 1534, conlleva al abandono definitivo de la labor del maestro en los sepulcros de los Medici, también habían sido patrocinados por Clemente VII, y que volviera a Roma sin tener claro qué sería de todo lo planificado en la Capilla Sixtina.

Sin embargo, todavía tuvieron que pasar unos cuantos años hasta empezar con la obra, porque primero hubo que preparar el muro. Proceso de dolo para el pintor porque tenía que destruir los frescos previos, que ya la decoraban (tres del Perugino en la parte inferior y dos suyos propios en los lunetos), además de incrementar la superficie pictórica tapando dos ventanas y crear un ligero resalte del muro en la parte superior para impedir la acumulación de polvo sobre la pintura. (Ver artículo: Museos del Vaticano).

Para abril de 1535 se comenzó a elevar el andamiaje. El comienzo de las obras se retrasó todavía unos meses adicionales por decisión del artista que quería adquirir colores especiales, especialmente el espectacular azul ultramar que sería de fondo sobrenatural de toda la composición.

El artista durante este tiempo realizaría otras obras de menor trascendencia, así como algunos bosquejos de lo que representaría su magistral trabajo casi arquitectónico, de los que han quedado pocos testimonio. En enero de 1537 se iniciaba la decoración pictórica, siendo presentado el fresco de manera oficial en octubre de 1541.

el juicio final

Se dedicó a esta labor por 25 años después en la pared ubicada tras el altar de la Capilla Sixtina, había otro enorme reto que debía rebasar la obra antes de esta. Ahora, lo que debía presentar era una única escena sin compartir y que cubriera toda la pared hasta llegar a la bóveda: el Juicio Final.

Este abordaría un tópico de uso de los tiempos medievales, y no tanto de la era del Renacimiento. Pero esto no constituyó un obstáculo, sino todo lo contrario, se convirtió en un acicate para desbordar en la escena todo el cúmulo de pasiones y referentes. Tampoco le acobardó. Los personajes se colocaron contra un cielo de intenso color azul, agrupados en torno a la figura temeraria de Cristo en el momento de impartir la justicia eterna.

Esto otorgaba unidad y ritmo a semejante tropel de cuerpos, dispuestos circularmente, en sentido ascendente y descendente, en una constante correlación de movimientos y diagonales. Sin marco arquitectónico, la obra se percibe como la visión de otro mundo que se prolonga más allá de las paredes de la capilla.

Ante la contemplación del monumental fresco la sensación que predomina es la de asfixia, de preocupación, de dejar de lado definitivamente la serenidad renacentista, formal y académica, para abrir un manierismo puro, exclusivo, sin repetir, como preludio de la nueva etapa barroca que se avecina. La cuota dramática es superior a lo necesario a través de la «terribilitá» miguelangelesca. Figuras corpulentas que asoman su fuerza corporal, posiciones deslustradas y falsas, con ciertos actos amorfos, facciones de tragedia que luchan contra su destino.

 El Juicio Final

La reestructuración llevada a cabo entre 1990-94 restituye la intensidad de los colores al fresco, generando mayor inquietud entre quien los contempla. De igual forma, se atiene a los modelos tradicionales sobre cómo debía representarse la escena. Arriba del todo, ocupando los lunetos, aparecen unos extraños ángeles sin alas, muy musculosos, portando los elementos de la Pasión. (Ver artículo: Galería Uffizi).

Ubicación

El Juicio Final es una magistral obra pictórica que se plasmó en la Capilla Sixtina, a la cual se accede por la imponente Sala Regia, que es una capilla del Palacio del apostolado de la Ciudad de Vaticano, constituye la estancia formal del papado. Se trata de la estadía más común del conglomerado de palacetes. En principio servía como capilla de la fortaleza vaticana. Conocida anteriormente como Cappella Magna, toma su nombre del papa Sixto IV, quien ordenó su restauración entre 1473 al 1481.

Así pues, que esta estancia se ha prestado para eventos y ritos papales. Hoy es la sede del cónclave, la junta en la que los prelados que conforman el Colegio de cardenales nombran al papa electo. El renombre de la Capilla Sixtina se debe básicamente al fresco sobre El Juicio Final, sobre todo a la bóveda y el tesoro, con El juicio Final,  ambas de Miguel Ángel. Durante el pontificado de Sixto IV, un grupo de pintores renacentistas como Sandro Botticelli, Pietro Perugino, Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cosimo Rosselli y Luca Signorelli.

Estos  desarrollaron 2 series de tablones al fresco referente a la vida de Moisés,  a la izquierda del altar, arriba hacia El Juicio Final, y la de Jesucristo, luego del altar, acompañadas por retratos de los papas que habían gobernado la Iglesia hasta entonces en la zona superior y por cortinas teñidas con trampantojo en la zona inferior. Dichas pinturas fueron concluidas en 1482 y el 15 de agosto de 1483, con motivo de la festividad de la Asunción, Sixto IV celebró la primera misa en la capilla y la consagró a la  Virgen maría.




Entre 1508 y 1512, por pedido del papa Julio II, Miguel Ángel pintó la bóveda, originando una obra de arte nunca visto que evolucionaría el arte occidental.​ Años después, tras el Saco de Roma, pintó también El Juicio Final en la pared del altar entre 1536 y 1541 para los papas Clemente VII y Paulo III. Más de cinco siglos después, los frescos de Miguel Ángel siguen atrayendo a multitud de visitantes a la capilla, y son considerados una de las obras cumbres de la historia de la pintura.

Llegar a la Capilla Sixtina a admirar El Juicio Final es muy fácil, seguidamente se presentan las distintas opciones para llegar a la ubicación de esta obra y quedarse maravillado con sus personajes:

Cómo llegar: desde Civitavecchia, llegada a la parada de Tren de Civitavecchia y subir al primer tren regional con dirección a Roma. Bajar en la Estación de Roma Termini, desde aquí se toma el metro en dirección Battistini y hasta la parada Cipro- Musei Vaticani, como alternativa, en la parada Ottaviano – San Pietro. Desde el Aeropuerto de Leonardo da Vinci, Tren Leonardo Express hasta la Estación de Termini y desde aquí seguid las mismas indicaciones para el metro Línea A.

Desde el Aeropuerto de Ciampino, Autobús Terravision hasta la Estación de  Termini y desde aquí seguid las mismas indicaciones para el metro Línea A. El trayecto en taxi desde ambos aeropuertos dura unos 40 minutos. Bus (paradas); 49, frente a la entrada a  los Museos. 32, 81, 982, Piazza del Risorgimento (última parada) (5 minutos a pie), 492, 990, Via Leone IV / Vía Degli Scipioni, 5 minutos a pie. Tranvía: 19, Piazza del Risorgimento, 5 minutos a pie.

El Juicio Final

Autor

Referirse a la obra El Juicio Final de la Capilla Sixtina es sinónimo de Miguel Ángel, ambos van de la mano. Su nombre de pila era Michelangelo Buonarroti, mejor nombrado como Miguel Ángel el grande; de mente brillante, artista que dedicó casi diez años de su vida a realizar esta magistrales pinturas que recubren la bóveda y la pared del fondo sobre el altar. Son magníficas obras de arte, absolutas, queridas y celebradas en todo el mundo. (Ver artículo: Miguel Ángel).

Miguel Ángel nació el 6 de marzo de 1475 en Roma, y fallece el 18 de febrero de 1564, este renombrado personaje, destacó en la arquitectura, en la escultura y la pintura sin duda, este notable hombre italiano destacó por su estilo renacentista.

Ha sido reconocido como uno de los más grandes artistas de la historia, tanto por sus esculturas como por sus pinturas y obra arquitectónica. Desarrolló su labor artística por más de setenta años entre Florencia y Roma, que era donde vivían sus grandes patrocinadores o mecenases, la familia Medici de Florencia y los diferentes papas romanos.

Reconocido como el genio de la pintura occidental del que se editaron 2 biografías con el artista vivo: Le vite de´piú eccellenti pittori, scultori e architettori, de Giorgio Vasari, publicada en 1550 en su primera edición, y Vita de Michelangelo Buonarroti, escrita en 1553 por Ascanio Condivi, pintor y pupilo de Miguel Ángel, que recoge los datos facilitados por el mismo Buonarroti.​ Fue muy admirado por sus contemporáneos, que le llamaban el Divino.

El Juicio Final

Miguel Ángel  destacó en todas las artes donde intervino, no sólo con El Juicio Final; pues siempre se caracterizó por su perfección.​ Las  estatuas, según había afirmado, era su preferida y a la que se dedicó al inicio; la pintura, casi fue impuesta por parte del papa Julio II, y que se concretó en una obra excepcional que magnifica la bóveda de la Capilla Sixtina, y ya en sus últimos años, realizó proyectos arquitectónicos.

De los cinco hijos del matrimonio Buonarroti, todos varones, él fue el 2do. entre Ludovico di Leonardo Buonarroti di Simoni y de Francesca di Neri del Miniato di Siena. Su madre fallece en 1481, cuando Miguel Ángel apenas tenía seis años.

Estudió gramática en Florencia por disposición de su padre, ya que su pasión era el arte. Desde muy joven manifestó sus dotes artísticas para la escultura, disciplina en la cual empezó a sobresalir. En 1488, con doce años y gracias al consejo de Francesco Granacci, otro joven que se dedicaba a la pintura, entró en el taller de los famosos Ghirlandaio Domenico y Davide.

En el taller se mantuvo como discípulo por 12 meses, bajo la protección de Bertoldo di Giovanni, este asistía al jardín de San Marcos de los Médicis, y se dedicó a analizar las estatuas antiguas del lugar. En su estadía hizo muchos vínculos con artistas. Luego de ciertos reconocimientos, en 1505, Julio II encarga su monumento fúnebre: el artista hizo un proyecto arquitectónico monumental, que más allá del prestigio del pontífice, se loaba el triunfo de la Iglesia. Luego el papa perdió interés en el proyecto, y molesto abandona Roma.

EL JUICIO FINAL

Luego de encuentros y desacuerdos, en mayo de 1508, dirigió la ornamentación de la cúpula de la Capilla Sixtina, culminando los frescos cuatro años más tarde, luego de un trabajo solitario y perseverante. Aquí ideó una grandiosa estructura arquitectónica pintada, inspirada en la forma real de la bóveda. En el tema bíblico general de la bóveda, interpuso una interpretación neoplatónica del Génesis y dio forma a un tipo de interpretación de las imágenes que conseguirían ser un símbolo del arte del Renacimiento.

Luego de la muerte de Julio II, en mayo de 1513, el artista intentó nuevamente seguir con la obra del mausoleo del pontífice. Con este fin talló las dos imágenes de los Esclavos y el Moisés, que muestran una martirizada energía, la terribilitá de Miguel Ángel. Pero este segundo intento tampoco prosperó. Finalmente, después de la muerte de bramante (1514) y de Rafael Sanzio (1520), el artista consiguió la total confianza del papado.

Luego de muchos acontecimientos, en 1534, molesto por la novedoso escenario político que se había instalado en Florencia, se fue de la ciudad y se estableció en Roma, donde aceptó el encargo de Clemente VII para trabajar en el altar de la Capilla Sixtina y donde, entre 1536 y 1541, realizó de forma magnífica El Juicio Final. Hasta 1550 fue haciendo obras para la tumba de Julio II, y los frescos de la Capilla Paulina:La conversión de san Pablo y Crucifixión de San Pedro.




Seguido de numerosas experiencias y eventos, dentro de lo que destaca su vida personal, se dice que Miguel Ángel fue homoxesual, pese a que conoció a una mujer que perdió, pero sin llegar a nada pues la misma falleció. De dice que el artista mantuvo relaciones con diversos jóvenes; y que tal atracción obedeció principalmente a su pasión por el cuerpo humano, la vigorosidad y masculinidad que predomina en sus obras, y a su propio cuerpo herculeideo hasta bien avanzada la edad de este.

Finalmente muere en Roma en 1564, antes de acabar su obra, a la edad de 88 años, en compañía de su secretario Daniele da Volterra y por su fiel amigo Tommaso Cavalieri; dejó escrito que deseaba ser sepultado en su tierra. Testamento con su médico Federico Donati, que llegaría su alma a Dios, su cuerpo a la tierra y sus bienes a los familiares más cercanos.

Su sobrino Leonardo fue el encargado de cumplir con esta última voluntad del gran artista, y el 10 de marzo de 1564 recibió sepultura en la sacristía de la iglesia de la Santa Croce; el monumento funerario fue diseñado por Giorgio Vasari en 1570.

EL JUICIO FINAL

Análisis del Juicio Final

Analizando El Juicio Final en su conjunto, se muestra en orden, como sigue: en el luneto superior izquierdo se representa la Corte celestial de Dios, este primer grupo de ángeles con alegorías del martirio y la Pasión de Cristo; también se puede ver el crucifijo, la corona de espinas y los clavos de la Pasión; pero este luneto es ajeno a la situación que se está viviendo más abajo.

En el luneto superior derecho está un segundo grupo de ángeles de la corte Celestial de Dios portando la columna de la flagelación, símbolo de la Pasión; pero al igual que el anterior, el luneta es ajeno a la situación que se está viviendo más abajo.

Formando la primera corona se representa a los apóstoles, patriarcas de la iglesia católica y formando la segunda corona, hay varios Santos alrededor de la escena central de la obra, que rodean los 2 personajes del centro: Cristo y la Virgen María, el artista los muestra con ansías y con miedo esperando el veredicto final. Algunos de ellos se pueden reconocer con facilidad, al ser representados con sus símbolos o elementos de su martirio. (Ver artículo: La Creación de Adán).

La virgen María se muestra desconfiada y algo de miedo, según la expresión en su rostro;esta se acomoda junto a su hijo, como si tuviera miedo de la cólera del Hijo del Hombre. Algo más distantes, los personajes que fueron pilares de la religión cristiana: mártires, patriarcas, apóstoles, entre otros, S. Pedro y S. Pablo, que contemplan atónitos la figura de un Cristo terrorífico.

EL JUICIO FINAL

San Pedro, con su símbolo: las llaves de las puertas. Cristo, el Juez es una figura joven, atlética y musculosa. Su mirada es dura, como lo es el movimiento de la mano. Se dirige a su izquierda, en donde se hallan los torturadores.

Su mirada atemorizante del juez y el movimiento de la mano. La Virgen toma a su hijo, conforma una representación de un Cristo desconocido, en el que ya no muestra la bondad y la misericordia, dando paso al Cristo justiciero. Sin embargo no es propiamente un Cristo juez, sino una especie de Zeus Júpiter, que lanza al espacio su brazo poderoso y amenazador, alrededor del cual gira un conjunto de personajes en una especie de remolino cerrado por coronas sucesivas.

Se trata de una interpretación cósmica, heliocéntrica, en la que Cristo ocupa el espacio del Sol, hacia el que concurren todas las figuras. Alejándose así de la tradicional visión geocéntrica que la iglesia mostraba en esos momentos.

A los pies de Cristo se hallan las personas torturadas, especialmente dos mártires que ocupan un lugar privilegiado.A la izquierda debajo de los pies de Cristo está San Lorenzo portando la parilla de su martirio. A la derecha de Cristo San Bartolomé, que muestra el instrumento con el cual fue despellejado vivo y con la otra mano, su piel, que le fue arrancada.

 El Juicio Final

La piel despellejada que muestra San Bartolomé, es un autorretrato del artista. Una de las interpretaciones existentes para este hecho es que quizá muestra la desesperanza del artista, ya mayor, en plena crisis de Fe. También se cree que como odiaba pintar, se consideró siempre escultor,  pero no hay nada peor que pintar, ni siquiera morir despellejado. En el descenso por el mural, a la izquierda del espectador los Salvados y resucitados que ascienden hacia el cielo como cadáveres que se recomponen, esto es, la resurrección de la carne.

En tanto, que en la parte inferior,  se tiene una “lucha” entre los ángeles y los demonios. Los Ángeles del Apocalipsis con sus trompetas que levantan a los muertos de la parte inferior izquierda, con el sonar de sus largas trompetas y dos ángeles sostienen en sus manos los Libros de la Vida y la Muerte, dónde está salvados y condenados. A la derecha del espectador están las tinieblas, en donde ángeles y demonios compiten por precipitar a los condenados al infierno en forma de racimos humanos. Todos los condenados están a la izquierda del poderoso Juez.

Manojos de personas o imágenes hacia el Averno. Es de terror la mirada de algunos condenados; el miedo, la desesperanza, el terror, la ira, el odio, lanzados al Infierno, al sufrimiento eterno, como racimos humanos. El terror reflejado en el rostro. En la parte inferior izquierda se encuentran los demonios en cuevas que desde la tierra intentan llevarse a los salvados al infierno e impedir su ascenso al cielo.  En esta zona se encuentra la entrada al infierno, en un circulo amarillo.

Por último, por medio de una apelación a la mitología clásica, en lo más bajo del fresco, la barca de Caronte en la Laguna Estigia se conduce hasta la boca del infierno, desde la que se ve a los condenados sumergirse en las tinieblas del abismo ante la presencia del juez y rey del infierno Minos. Pero este Minos que pintó Miguel Ángel tiene una curiosa variación, pues mezcla así, mitología clásica y teología cristiana en una síntesis aterradora.




El artista hizo una alteración indiscreta a la figura de Minos, debido al incidente que tuvo con Biagio de Cesena ; uno de los que más insistieron al pontífice para que el artista no pintara tantos cuerpos desnudos fue Biagio de Cesena, gran maestre de ceremonias del Vaticano. Biaggio, le dijo » Esta es una buena pintura para decorar una taberna o una sala de baño, pero es inadecuada en un lugar tan sagrada, ya que muestra desnudeces indecentes».

El autor furioso por dicha opinión que había oído ya que estaba en el lugar en ese momento, colocó a Biaggio en El Juicio Final, bajo la forma de Minos juez de los infiernos, con una víbora enrollada en su pierna, con orejas de asno y en medio de una montaña de diablos. También se puede observar el rostro de sorpresa de algunas figuras situadas en el infierno al contemplar la cara de Minos.

Interpretación

El Juicio Final es una obra que duró 4 largos años, desde 1508 hasta 1512. Tiempo durante los cuales Miguel Ángel afronta innumerables contratiempos y pone seriamente en riesgo su salud. El problema mayor es llegar hasta el techo y, por eso, el artista llega a construirse un andamiaje de madera compuesto por diversos escalones.

A causa de la pintura que chorrea y entra en los ojos mientras pinta, Miguel Ángel correría el riesgo de quedar ciego y, a causa de la incómoda posición que es obligado a asumir con el cuello, sufre una serie de repercusiones en las cervicales.

 El Juicio Final

Otros elementos empeoraba la situación, es la relación conflictiva con Julio II, hombre de carácter difícil pero de grandes habilidades de persuasión, y el hecho de tener que adelantar de su bolsillo gran parte de los gastos para los materiales. No obstante, el 1 de noviembre de 1512 el artista completa finalmente los frescos de las vueltas y la Capilla Sixtina se muestra al público.

La obra es simplemente maravillosa, en los nueve recuadros centrales están representadas las Historias del Génesis, entre los cuales se encuentra la célebre «Creación de Adán». Por los borde o lados hay potentes siluetas de Ignudi (desnudos) que aguantan medallas, dentro de los cuales están representadas las Escenas del Libro del Rey, en los espacios entre las enjutas se distinguen las cinco Sibilas y los siete Profetas, y en los pechinas esquinado algunos de los Capítulos de Salvación extraídos del Antiguo Testamento.

A lo largo de la bóveda se representan elementos arquitectónicos a los que la ilusión de perspectiva confiere un realismo desconcertante. Los frescos se caracterizan por color encendidos y tornasolados, distribuidos con gran libertad de combinaciones.

Además, la línea neta de contorno de los protagonistas y la anatomía de los cuerpos, hace parecer que los personajes salen hacia quien los mira, como si fueran auténticas esculturas. El Juicio Final es un enorme conjunto pictórico al fresco de género religioso, cuyo tema es el eso justamente El Juicio Final, extraído del Apocalipsis según San Juan. La obra puede llegar a ser objeto de múltiples apreciaciones según cómo, qué y dónde se analice, no obstante, seguidamente se hará una sencilla interpretación conforme a sus personajes y la disposición de estos en la escena:

 El Juicio Final

  • Cristo: es el centro de la obra. Con un firme y estremecedor movimiento separa a los justos de los pecadores. Tiene marcadas las manos y los pies como evidencia de los clavos que le fueron puestos durante la crucifixión, y una herida en el pecho producto de haber sido atravesado por una lanza de un soldado romano. Es uno de los pocos Cristos que se han pintado con una expresión de enojo e ira.
  • María: está junto a Cristo. Asustada, se oculta junto al hijo por el movimiento con violencia que hace. Por detrás de estos se ve un destello luminoso, así que reciben toda la atención, además porque se encuentran en el centro.

Entre estas dos figuras principales, hay varios santos, dispuestos sin un enfoque alguno, rodeandolos por todas partes. Algunos parecen estar asustados por la acción que acaba de hacer Cristo, y otros están inquietos. Para reconocerlos, el artista los pintó con sus característicos complementos o con los objetos con los que fueron mártires, por ejemplo:

  • San Pedro: tiene en sus manos las llaves del Reino.
  • San Pablo: se conoce el personaje por su barba de color gris y su ceño fruncido.
  • San Andrés: sostiene una cruz en forma de «X», símbolo de su martirio.
  • San Bartolomé: tiene una carne en su mano ya que este mártir fue despellejado. Según se conoce, se cree que el autor pintó su cara en la piel descarnada del santo como muestra de que él creía no merecer el Cielo, pues estaba atormentado.
  • Santa Catalina: utiliza el círculo de púas de su sufrimiento para evitar el paso a los pecadores que desean entrar al Cielo.
  • San Sebastián: tiene sujetadas las flechas de su calvario.
  • San Lorenzo: sostiene la parrilla de su martirio.
  • San Blas: sostiene los dos rastrillos de carda de su martirio.
  • Ángeles: debajo de este conjunto central de Cristo, María y los Santos, se dispone un conjunto también de ángeles con sus trompetas. Según el Apocalipsis, se supone que eran 7 trompetas, aunque en la escenario se muestran 8. Otros 2 ángeles aguantan el Libro de la Vida y el Libro de la Muerte, donde están los nombres de los salvos y los condenados respectivamente.

EL JUICIO FINAL

  • Multitud lateral: de nuevo en el conjunto del centro, éstos a su vez están inmersos en una gran multitud donde se hay gente común. Muchos están en un ambiente de relativo terror, no saben qué hacer. Entre el tumulto, muchos están encontrando a sus familiares y amigos, y están realmente felices, algunos llegan a conmoverse, reflejado en sus lágrimas.
  • Inferior: hay detalles relacionados con Cristo y María. En la mitad hacia abajo de la pintura, las personajes se dividen en 2: los que están subiendo al Cielo, que se encuentran al lado izquierdo y los que bajan a las tinieblas, al lado derecho. Las personas que ascienden son las que estaban en la Tierra en el momento en que Cristo llama a todas las personas. Muchos están resucitando y son representados como cadáveres. Algunos ángeles ayudan a subirlos al Cielo.
  • Infierno y tinieblas: a la derecha se presentan a los condenados que están siendo arrojados por ángeles y otras personas a las Tinieblas. Unos caen y parecen realmente estar muy desesperados. Varios son obligados a subir a la barca de Caronte con la más horrenda de las violencias. Caronte es uno de los monstruos más horribles en el cuadro.

De la barca, los culpados son lanzados por varios demonios a las oscuridades. Ahí está Minos, que según la historia, tiene la cara y los rasgos de uno de los sacerdotes que criticó al fresco cuando Miguel Ángel lo mostró. Los ríos de fuego y azufre les esperan.

EL JUICIO FINAL

  • Lunetos superiores: además, están los lunetos en la parte superior del fresco ajenos a la posición que se viven. En el luneto izquierdo, varios ángeles cargan el crucifijo de Cristo, la corona de espinas y los clavos de la Pasión. En el luneto derecho, otros ángeles llevan la columna de la flagelación de Cristo.

Como todas las obras de Miguel Ángel, sus protagonistas  muestran la común terribilitá o fuerza heroica muy visible en la figura de Cristo. Los numerosos desnudos de enorme tamaño logran apreciar su preferencia por el Canon hercúleo, con una musculatura muy desarrollada, superior a la de las figuras de la bóveda.

En cuanto a la estructura, está acentúa la angustia y la fatalidad de la escenografía. Las imágenes se amontonan en un torbellino, todas en primer plano, sin formas ni paisajes, y todas torcidas y en desequilibrio, buscan posturas inestables y forzadas. Sus colores se oponen de forma drástica a la armonía cromática del clasicismo renacentista, son muy vivos y contrastados y el acabado busca intensos contrastes de luz y sombra.

En 1533, treinta años después, el Papa Clemente VII llamó de nuevo a  Miguel Ángel, esta vez para pedirle el Juicio Universal, modificando las paredes de encima del altar, que alberga frescos del siglo XV de gran valor, como la Virgen Asunción entre los Apóstoles y algunos  episodios de las historias de Moisés y del Cristo de Perugino. Se trata de la primera intervención destructiva en la historia del arte.




El artista finaliza el fresco en 1536, cinco años después, constituyendo una obra maestra. Todo el fresco se estructura de modo tal que se desarrolla alrededor de la figura de Cristo, que ocupa totalmente la escena. En el Juicio Universal se elimina cualquier referencia espacial y ambiental: el fondo profundo es azul y los únicos elementos de apoyo para los varios personajes son las nubes en una dimensión abstracta y atemporal.

El Juicio Universale recogió en seguida muchos elogios, pero también feroces críticas, a causa de las numerosas figuras representadas completamente desnudas consideradas obscenas. Por ello en 1564, Daniele da Volterra cubre las figuras consideradas vulgares con vestimentas. En esta obra el autor, se toma el tiempo para darse alguna que otra satisfacción con respecto a sus detractores.

La figura de Minos, retratado con orejas de animal y una culebra que le muerde los genitales, es en realidad Biagio da Cesena, maestro de ceremonias papal que tildó la Capilla Sixtina como una obra no digna para un templo. Además, el artista florentino se autorretrató con la piel despellejada viva recogida en mano por un San Bartolomeo con el rostro de Pietro l’Aretino, que había definido públicamente el Juicio Universal como «vulgar».

Opiniones

Dentro de las opiniones destacan diversos análisis sobre la majestuosa obra, no obstante todas apuntan a que no hay otra pintura del Renacimiento que contenga tal desnudez como El Juicio Final al tiempo de su majestuosidad. El florentino realizó esta pintura en la pared posterior de la Capilla Sixtina, tras el altar, contratado por el papa Pablo III. El encargo era preciso: representar El Juicio Final, el momento último de la Historia, cuando Cristo-Juez impartirá salvación o condenación eternas.

El resultado fue un drama pictórico, partiendo de imágenes tomadas del Apocalipsis (Libro de la vida, trompetas), del profeta Daniel (la resurrección de la carne) y de la Divina Comedia (figuras mitológicas como Caronte y Minos). La pintura no muestra el Juicio como gozo, sino como el gran ajuste de cuentas entre el Creador y las criaturas, el Dies irae (El Día de la ira).

Grandes proporciones: se aprecia la monumentalidad de la obra pared de 13 x 12 mts, casi cuatrocientos personajes (entre los que se han identificado apenas unos cincuenta), cuatro años de trabajo (1537-1541), uso del lapislázuli (rara piedra semipreciosa) como materia de sus tonos para el cielo, entre otras características. Los personajes van de poco menos que el tamaño real, a sobrepasar. Los estados de ánimo que muestran los rostros son tan variados como impresionantes.

EL JUICIO FINAL

Los calatos: la  pintura se refleja repleta de cuerpos que parecen salir de la pared. La parte media muestra la tensión de justos que ascienden y condenados que caen o son arrastrados por demonios. Según la moda del Renacimiento, influenciada por la desnudez del arte grecorromano, los personajes aparecen sin ropa, los hombres tienen cuerpos fuertes, intensos; las mujeres con pechos turgentes, aunque más nutricios que sensuales.

Cristo, se muestra Irreconocible: aquí es un joven robusto, apolíneo, con la mano levantada separando a buenos de malos.

Curiosos los ángeles: muy diferente de las escenas típicas son claramente corpóreos y sexuados, carecen de alas y se ven poderosos. Muy vistosos los bienaventurados a la derecha de Cristo: como signo de unión y de gozo, se abrazan y besan intensamente. Huelga decir que estos detalles despertaron interpretaciones y críticas.

EL JUICIO FINAL

La luz de la escena va ascendiendo: las zonas inferiores, espacios del Infierno y de la Tierra, son oscuras, tanto como los hombres que van resucitando; más arriba, según van ascendiendo a la salvación las figuras expuestas en la escena. Los salvados se muestran en actitudes que reflejan sus identidades o propósito: un ejemplo de ello es Pedro, que se observa con asombro y temor, ofrece o devuelve a Cristo las llaves del Reino, pues al final de la historia ya no es necesario un portero de la salvación.

Pudores clericales: el Concilio de Trento (1545-1563) ordenó que se cubriera casi todo el desnudo de las  figuras, por lo que el pintor Daniele da Volterra pintó sobre ellas los “unos trapos” que se ven aún hoy día.Del infierno no se sale: el maestro de pontificias, Biagio da Cesena, se opuso a la desnudez de las figuras clasificándolas de indignas para un lugar sagrado.

El autor dio una cruel lección al quejoso: cuya muestra se ve en el rostro de Minos, el juez infernal. Cesena reclamó al papa quien, tomándolo con humor, le dijo: “Hijo mío, como papa podría sacarte con mis oraciones del purgatorio, pero del infierno nadie sale”. El escandalizado Biagio sigue allí, con orejas de burro, en la esquina inferior derecha de la pintura.




Un aviso: la Sixtina es globalmente sabido que es la sede del Cónclave, la misteriosa y muy ritualizada la selección del papa. Esto ya pasaba en tiempos del artista, y quizá por eso la pintura es un aviso, un recordatorio, para los prelados que debían o deben ejercer allí tan alta elección, quedando así como un mensaje sobre la imparcialidad del clero, sugiriendo «elige bien, porque de tu voto darás cuenta en El Juicio Final».

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