Cristo Crucificado: historia, significado, autor y más

Cristo Crucificado, es una obra con mucho valor dentro de la religión, constituye uno de los trabajos más importantes de Velázquez. Muy famosa y reconocida, no sólo por su gran valor en cuanto a la estética, sino también por las leyendas que trae consigo. Esta obra pertenecía al convento de las Monjas Benedictinas de San Plácido en Madrid.

Cristo Crucificado

Historia del Cristo Crucificado 

Se conoce que la obra fue encontrada inicialmente en el convento de las Bernardas Recoletas del Santísimo Sacramento de Madrid hasta el finales de la Guerra Civil; la misma sufrió daños en dicha guerra. El cuadro se donó al Estado como pago por la restauración del convento, quien posteriormente lo devolvió como obra de escuela madrileña del siglo XVIII.

Una vez limpio por el Museo del Prado luego de 1940 apareció la inscripción «Do. Velázquez fa 1631», siendo una inscripción que se validó como auténtica, aunque se conocía que Velázquez rara vez firmaba sus obras. En 1946 fue adquirido para el Museo del Prado.

Existen estudios bien fundados de que en el Cristo Crucificado, Velázquez se basó en hechos históricos comprobados. A tal efecto el cuadro fue ordenado al artista en 1632, entre el verano y el otoño de ese año por Jerónimo de Villanueva, cuando se interrumpió el proceso inquisitorial en que se había visto envuelto. Dicho trabajo la encargó este personaje por imposición del Santo Oficio.

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Se estableció que no fue como penitencia, sino más bien como un acto expiatorio entre otros organizados en Madrid con motivo de la cruel profanación de un Crucifijo hecho por judíos / portugueses, ocurrida en julio de aquel mismo año, quienes fueron condenados a muerte en público por la proclamación de su Fe.

Asimismo, se ha resaltado por los estudiosos del arte, la presencia de un profundo trabajo de origen religioso, de este Cristo Crucificado en el que Velázquez, no deja de lado la pintura sutil, aplicada a su propio su estilo, dando un gran sentido a esta obra en particular, por lo cual no se mostró tan frío y distante como en otras pinturas con una carga o carácter sagrado. Este hecho se piensa que posee una explicación plausible, cuando se indaga acerca del trasfondo histórico que envuelve el cuadro.

Para entenderlo es preciso adelantar algunos aspectos históricos que están en su entorno. Expertos han señalado que el cuadro se halló en la clausura del convento de San Plácido; otros indican su ubicación el año de 1776, en la sacristía de la iglesia.

No obstante, se debe advertir que dicha sacristía del templo, fue construida bastante después de realizarse la pintura, al tiempo de levantarse la nueva iglesia en el monasterio, entre 1655 y 1685, por ello se ignora dónde estuvo la obra Cristo Crucificado originalmente. (Ver artículo: Las Tres Gracias).

Cristo crucificado

Sin embargo, se debe advertir que esta ubicación de la obra en el convento de Benedictinas de San Plácido, se originó debido a hay indicios que apuntan a que el Cristo Crucificado fue encargado por Felipe IV en 1638, quien lo mandó a pintar por Velázquez, para regalarlo a las monjas como expiación de los supuestos amoríos existentes en el convento entre una joven religiosa, llamada sor Margarita, el conde y duque de Olivares y su protegido, don Jerónimo de Villanueva, fundador del monasterio.

Sobre estos amoríos de la monja, se dice que surgió de una carta inflamatoria, escrito y propagada a mediados del XVII por don Gaspar de Guzmán, titulada «Relación de todo lo sucedido en el caso del Convento de la Encarnación Benita propalado». Otra versión apunta a que efectivamente el lienzo fue encomendado en 1638, pero por don Jerónimo de Villanueva para celebrar la absolución otorgada en aquel año por la Inquisición, tanto a su persona como a las monjas, que habían sido acusadas y encarceladas tras un largo, escandaloso y ruidoso proceso.

Por todos estos acontecimientos, el mismo Diego Velázquez quedaría muy impresionado por este suceso que convulsionó a la corte y a todo Madrid, por lo que recibió con doble interés con el encargo que le hiciera Villanueva de pintar un Cristo Crucificado de tamaño natural.

Además de resaltar, que en esta década de los 30 se dio un marcado aumento en la devoción de la cruz en Madrid, debido al hecho de que unos judíos habían azotado a un Cristo en la Cruz; la casa del crimen fue arrasada y eran innumerables las procesiones de expiación con hachones.

CRISTO CRUCIFICADO

Así fue que este sevillano puso especialísimo empeño en pintar un cuadro cargado de emotividad, profunda y religiosamente sentido. Inclusive, dio al lienzo un tratamiento más cuidadoso que en aquellos con contenido profano, tal como se percibe en la esmerada preparación del fondo, la molienda de los pigmentos más menuda y el modelado más preciso de la figura de Cristo.

Para ello, se sirvió del prototipo de su maestro, Francisco Pacheco, quien hizo un cuadro de Cristo Crucificado con cuatro clavos sobre un fondo negro, sin ningún otro dibujo plasmado a su alrededor.

Todo este esquema se amoldaba perfectamente a sus propósitos, mostrando una escena descriptiva y narrativa del Calvario, fijada en un tiempo y en un espacio histórico concreto, centrándose solo en la figura de Cristo Crucificado, concibiendo como un icono intemporal que invitase al uso íntimo y personal y a la efusión devota.
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Sin embargo el pintor modificó la obra con la devoción que debe conmemorar una imagen que  marcó la historia de una manera trascendente, con la misma magnitud de don Jerónimo de Villanueva. (Ver articulo: Diego Velázquez).

Características del Cristo Crucificado

En esta maravillosa pintura, con aceptación inmediata debido a su contenido religioso, Velázquez pone de manifiesto sus conocimientos del desnudo a partir de las obras clásicas presentes en La Fragua de Vulcano y La Túnica de José. Con el apoyo y experiencia de ellas se posibilitó el magistral desnudo de este cuadro, siendo una mezcla o fusión de todas, por lo que demuestra de serenidad, dignidad y nobleza.

Es un desnudo totalmente frontal, sin apoyo de ninguna escena narrativa, con el Cristo Crucificado Velázquez coloca en primer plano su de maestría, consiguiendo que el espectador capte la belleza corporal y la serena expresión de la figura. Por su gran carga religiosa y moral, esta pintura dio origen a una nueva obra, del escritor y filósofo español Miguel Unamuno, a quien le dedicó un extenso y bello poema de nombre El Cristo de Velázquez.

Velázquez pintó un Cristo apolíneo, es decir, una dicotomía filosófica, logrando su dramatismo, pero sin cargar el acento en la sangre , aunque se debe agregar que originalmente era más de la que actualmente se puede ver. Otra característica es que a pesar de ser un cristo muerto, no está desplomado, y tampoco muestra tensión en los brazos.​ Este Cristo Crucificado está sujeto por 4 clavos, se conoce que esto se debe a recomendaciones iconográficas de su suegro.




También posee una cruz de travesaños alisados, con los nudos de la madera; dispone una frase en hebreo, griego y latín y una base, donde se asientan firmemente los pies. De igual forma, la cruz está colocada sobre un espacio de poco tamaño, que renace a la luz luego de las restauraciones previas. Sobre un fondo gris verdoso, donde se proyecta la sombra de Cristo iluminado desde la izquierda, el cuerpo está perfectamente modelado con bastante pasta, extendida con soltura, con insistencia en el modelado y en la iluminación.

En algunas zonas de la pintura el artista desvirtuó la pintura con surcos a través de la mezcla de óleo fresca, con ello se logró una textura especial, de igual forma ocurrió en torno al cabello que cae sobre los hombros. Al igual que en sus otros desnudos como La fragua de Vulcano, dichas sombras las obtuvo repasando con toques de pincel finamente diluido y del mismo color, oscureciendo por zonas irregulares la piel ya terminada. (Ver artículo: Museo de la Historia de Madrid).

Se proyecta en el Cristo Crucificado una mayor naturalidad y movimiento, debido a la particular característica otorgada mediante el proceso de ejecución de la obra donde se rectificó la posición de las piernas, ya que inicialmente estaban paralelas, con las pantorrillas casi unidas. En tanto, el pies izquierdo estaba ligeramente retrasado; otro elemento es que el artista dotó a la figura de un mayor movimiento, logrado elevando la cadera en una oposición armoniosa del cuerpo, lo que hace caer el peso del cuerpo sobre la pierna derecha.

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El paño de pureza,  llamado también perizoma, es bastante reducido y sin derroche de vuelos, lo que permite imprimir el acento en el cuerpo desnudo, es la parte más empastada del lienzo, también muestra efectos de luz que se logran mediante toques de blanco de plomo, aplicados sobre las áreas ya culminadas.

La cabeza tiene un estrecho halo de luz que parece emanar de la propia figura; su rostro está levemente caído sobre el pecho, pero dejan ver lo suficiente de los nobles rasgos de su rostro; la nariz es recta; más de la mitad de la cara está cubierta por el cabello largo que cae liso en línea recta. (Ver también artículo: Museo Mario Testino).

Se debe resaltar de esta obra, la majestuosidad del Cristo pintado por Velázquez, pues se coloca ya muerto, deducción que se hace de la herida de lanza que clavada en un costado y que hicieran los soldados romanos para cerciorarse de su muerte. El autor muestra el cuerpo absolutamente rendido y sin vida, como se puede observar también esta condición en los ojos cerrados como perdonando. Sobre esta apreciación  Unamuno dice en su poema: «Miras dentro de Ti, donde está el reino de Dios«……

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Por otro lado, se muestra la cabeza tendida como colgada de un lado, otra muestra de su muerte, colocando el autor en esta escena una mayor cercanía con el creyente, es decir, la condescendencia y el abajamiento por amor que se representa inclusive en lo físico. Pero esa interpretación no fue hecha solo por el un poeta como Unamuno,  sino que más adelante predicó Juan Pablo II cuando afirmaba que vale la pena ser hombre porque Dios se había hecho hombre.

Otro elemento que plasmó el artista en la pintura es la lumbre que rodea la cabeza del cristo crucificado, pareciera una luz que aflora los misterios de la esperanza humana, y que se incuba en ese acto de amor de cristo.

Análisis

En esta magistral obra cargada de un alto contenido religioso, emocional y espiritual, el autor presenta a un Cristo totalmente frontal y amplio, con una majestuosa interpretación de la gentileza y humildad de Cristo Crucificado, visto con una posición de  la cabeza levemente inclinada, donde destaca sobremanera el fondo verdoso oscuro, con mucho parecido a una tela real, donde se proyecta la sobre sombra de Jesús. En este caso el autor no recurre a ningún fondo paisajista o alguna otra alusión del entorno.

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Asimismo, se observan sus extremidades en un acto de alejamiento hacia el vacío, como deseando darle un abrazo al mundo entero, antes de su partida física. El artista parece querer dejar plasmado para la eternidad el mismo instante de la muerte de Jesucristo, inmortalizó el momento justo, pues esta obra está fuera de todo espacio y tiempo, con un halo de luz mística que lo envuelve. Cristo como la Luz que se impone sobre las tinieblas.

Es una obra por demás maravillosa, que con solo observar provoca paz y recogimiento, donde el dolor y la tristeza parecen contenido, muy distintas o contraria de obras religiosas similares de autores barrocos, donde más bien predomina el dramatismo, por el contrario, es en esta calma sobrenatural donde reside toda la grandeza potencial y trascendente de la obra de exquisita fuerza y belleza.

Otro aspecto que es debe tocar, es el hecho de que el artista no quiso hacer ningún alarde de exposición excesiva de sangre y magulladuras, de forma muy sutil solo se advierten algunos hilos de sangre que manan de sus manos y pies resbalando por la madera de la cruz. En tanto, la herida del costado apenas se sugiere, al igual que la tradicional corona de espinas que acompaña siempre a Jesús, y de donde solo salpican ligeras gotas de sangre sobre la frente, boca y pecho.

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Antecedentes que marcaron la obra

Vale la pena acotar los antecedentes históricos previo a la obra El Cristo Crucificado de Velázquez; para ello es necesario referir el aposento de las monjas de la Encarnación Benita en España, también conocido como San Plácido, que se estableció en el año de 1623 por Jerónimo de Villanueva, quien era protonotario de Aragón, Luego de que doña Teresa Valle de la Cerda novia de este, ingresó a la religión movida por la devoción de su tía, doña Ana María de Loaysa con reputación de santa.

En tal sentido, Villanueva en pleno apoyo de los deseos de su prometida, realizó también el voto de castidad, con un pacto con la abadía benedictina de San Martín, colocando para ello al propio convento para su observación. Villanueva por su parte tenía el título de patrón, así como el privilegio de nombrar al confesor y a los monjes que atenderán las necesidades espirituales de las monjas.

Por otro lado, estaba el Conde y Duque de Olivares, quien correspondía espiritualmente con Teresa Valle, llegando así Villanueva a ascender rápidamente en la Corte, nombrado en 1627 con la Orden de Calatrava, y en ese mismo año también se reconoció como Secretario del Despacho Universal, lo que le permitía tratar directamente con el mismo rey; estuvo como Secretario de Estado en 1630; pertenecía a los Consejos de Guerra y de Cruzada, y además fue el administrador de las cuentas de los gastos secretos.

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En este último cargo fue que se encargó de los pagos, el encargo y el pago de diversas obras de arte para destinadas al salón del Palacio del Buen Retiro, dentro de cuyas pinturas estaría El Cristo Crucificado, entre otras compradas a artista. Ahora las razones del encargo, sin embargo, no se ha podido determinar con precisión, aunque perfectamente podría explicarse en virtud de la continuada función de patronazgo que desempeñada por Villanueva, la cual ha sido objeto de variadas  y peregrinas teorías, sin poderse determinar su veracidad.

Ahora, otra versión apunta hacia un escándalo real, según información encontrada en un manuscrito de la época anónimo, donde se argumenta que el rey aprovechando que don Jerónimo tenía libre paso por el convento debido a su condición de protector el rey se metía disfrazado donde vio a una bella monja y se enamoró de ella, con lo que siguió repitiendo las visitas nocturnas, tanto hasta planear el rapto de la religiosa a través de un conducto subterráneo que comunicaba la vecina casa del protonotario con la carbonera del convento.

Luego que la dama notificará a sus superiores se tejió todo un drama en torno al engaño de su muerte visto que debido a la influencia del Rey, no hubo caso alguno por parte de sus superioras en su denuncia de acoso; ante esto Gerónimo Villanueva, confundido notificó al rey y a Olivares ; fue entonces que el rey arrepentido encargó a Velázquez su famoso Cristo Crucificado, aunque esto último es más que probable esta versión de ponga en duda, y forme parte de la leyenda.
cristo crucificado

¿Porque 4 Clavos y no 3 en la crucifixión?

Generalmente se presenta a Cristo Crucificado con 3 clavos, no obstante, Velázquez representa a este Cristo clavado en la cruz con 4 clavos en lugar de tres. Pero a qué se debe esto?, pues, este hecho curioso obedece a la influencia de uno de sus maestros, que además era su suegro, el pintor Francisco Pacheco Pacheco, quien defendía la crucifixión con cuatro clavos con base a estudios, sobre los tratados en el arte de la pintura.

Tales tratados fueron publicados por un obispo italiano, así como a las visiones que tuvo Santa Brígida, que así lo atestiguan también. Pero además, intervino un dato curioso, en una estampa que tenía su suegro  que había un cristo crucificado con 4 clavos. Se cree en tal aseveración, puesto que otros artistas también representaron a Cristo de la misma manera, es decir, no fue el único pintor influenciado por esta corriente, ya que otros discípulos de Pacheco como Alonso Cano y Francisco de Zurbarán, representaron a Cristo crucificado mediante 4 clavos.

Significado

Esta maravilla artística está cargada de un simbolismo histórico – religioso sin precedes por todos sus creyentes, pues simboliza el máximo exponente de la fe y creencia de las distintas ramas del cristianismo. Pero además, este cuadro en particular, posee un alto contenido simbólico de una época, y en su propio origen, lo que da una mayor carga a su significado histórico, tanto a la obra como a su autor, como protagonista u observador de unos acontecimientos  que se desarrollaron en los años 30.




Como se sabe, el cuadro procede de la sacristía del convento de San Plácido de Madrid, cuyo significado está vinculado a una o historia a unos hechos de pecado y sacrilegio cometidos por el poder de entonces, ya que el propio Felipe IV se dice que sedujo a una joven novicia, y este al sentirse frustrado ya que la religiosa fingió estar muerta en su centro de reclusión, colocando flores y cirios junto al ataúd, con 4 velas.

El monarca, totalmente arrepentido y creyendo que la joven se había suicidado por su causa, realizó varios obsequios al convento, dentro de los cuales estaría El Cristo Crucificado. Por todo ello esta obra adquiere un significado sobre la prueba física del arrepentimiento del rey, al tiempo de obtener la penitencia penitencia impuesta por sus pecados.

En este mismo orden, también se conoce del alto significado artístico y literario del Cristo crucificado, ya que esta emblemática obra de Velázquez, ha marcado la tendencia de otros muchos artistas, al igual que ha inspirado varias obras poéticas, siendo la más y mejor conocida debido a su gran intensidad religiosa, la que escribiera Miguel Unamuno en 1920,  que se titula El Cristo de Velázquez. Es un extenso y maravilloso poema, cargado también de belleza y religión.

Por todo lo anterior, sin lugar a dudas, El Cristo Crucificado es una maravilla artística, contentiva de la figura de Cristo de una forma elegante con cada una de sus partes suavemente modeladas, bañado de luz clara procedente y realismo histórico. Tiene un elemento que le da a la pintura un significado e importancia únicos, como es el mechón que se desliza sobre un lado sobre su cabeza levemente caída que oculta parte de su rostro.




Sobre este detalle hay una leyenda, según la cual el artista perdiera la paciencia porque la cara de Cristo no quedaba como este quería, y por tanto de forma furiosa dio unas pinceladas en el lienzo, pero de forma malcriada, dando como resultados una mancha que luego se convertiría en la hermosa melena sobre parte del rostro de Cristo, al tiempo que logró origina de forma magistral y perfecta una imagen con doble significado, una imagen humana y una divina de Cristo al mismo tiempo.

Autor del Cristo Crucificado

El autor de esta maravillosa obra, es Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. Quien nació en Sevilla, Madrid en 1599 y fue bautizado el 06 de junio de 1660. Es mejor conocido como Diego Velázquez, considerado como máximo exponente de la pintura barroca española; hoy día también reconocido como universal y maestro de la pintura.

Este gran pintor de la historia del arte realizó durante su vida artística una amplia gama de obra pictórica, siendo dentro de sus preferencias y temática religiosa, bastante reducida. No obstante ello, como dato curioso, dentro de sus obras más emblemáticas y más conocida es su obra maestra El Cristo Crucificado, se ha convertido en la imagen religiosa y devocional española más reproducida y copiada en todos los tiempos. Muere en Madrid en 1660.

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Para Niños

Cuando los niños muestran inclinaciones artísticas, se interesan por el arte, sobre todo por la pintura, se deben dejar que expresen su parte más creativa, se sabe que el arte constituye un lenguaje que permite que los pequeños expresen todo su potencial, desarrollen esa parte imaginativa de los pequeños. Por ello se debe elegir bien la tendencia, la temática y estilo, dentro de los cuales destacan, sus formas y sus estilos, para ello existe diversidad de pintores para modelar el estilo particular de cada niño o niña.

Debido a las múltiples técnicas que utilizará Velázquez en cada una de sus obras, constituye una fuente no solo de inspiración, sino también de enseñanza – aprendizaje. No por nada se le reconoce a esta autor como una maestro, siendo por tanto una escuela abierta para niños con inclinaciones o estudiante de la pintura. Se le reconoce por su composición en extremo realista, detallista, humanista e impresionista, es capaz de humanizar cualquier imagen o escena por grotesca que esta parezca.

Sus trazos, los colores, las líneas y su estilo para tratar el color, los trazos y su técnica es uno de los pintores que toman como referencia la mayoría de los maestros para impartir conocimientos y estilos en la pintura a los niños. Por ello se dice, que Velázquez aún hoy día sigue formando a los futuros artistas, ya que llegó a dominar casi toda la composición de la paleta paleta, lo que convierte a este autor en una referencia obligatoria en las escuelas de arte del mundo, sobre todo en los más pequeños que se inician en la pintura.




Ficha Técnica de la Obra

Al parecer es elaborada a comienzos de 1630, luego de su regreso de Italia; la mayoría de los autores establecen su data en torno a 1632. Perfecciona la apolínea de la anatomía del ser humano y su palidez; debió de ser la intención de Velázquez investir a la figura de Jesús de una belleza divina e inefable, según la creencia de que Cristo fue el más bello de los hombres, como también lo afirma el salmo mesiánico (Speciosus forma es prae filiis hominum), cuya traducción es: eres el más hermoso de los hijos de los hombresVulgata, Salmo 44 (45).

  • Número de Catálogo: P 001167
  • Autor: VELÁZQUEZ, DIEGO RODRÍGUEZ DE SILVA
  • Fecha estimada de elaboración: 1632
  • Material de la Obra: Óleo sobre Lienzo
  • Técnica: Óleo
  • Dimensiones: 248 x 169 cm
  • Procedencia: Colección Real (Convento de San Plácido, Madrid; colección Manuel Godoy, 1805; colección Condesa de Chinchón; duques de San Fernando de Quiroga, 1828)
  • Museo donde se encuentra: Museo del Prado

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